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¡No queremos gobiernos locales partidistas, queremos comunas autónomas!

 ¡No queremos gobiernos locales partidistas, queremos comunas autónomas!

Hace unos días en la comuna de La Florida, parte de la Región Metropolitana, se levantó de parte del ya conocido Frente Amplio la propuesta de construir, entre todas las asambleas territoriales autoconvocadas y autónomas, un gobierno local. Sus cimientos son el carácter deliberativo y “participativo” que proponen, bajo la estructura tradicional de la democracia.

Llega a ser hasta humillante la manera en la que estos piños políticos, progresistas, de una “izquierda” que apuesta por la mantención de las hegemonías, y por tener su parte en las relaciones de poder en los escaños, son capaces de tratar de aparecer en todos los espacios y coptarlos como si fueran propios. El pueblo no olvida que hace un año fueron parte de la mesa negociadora que institucionalizó el estallido social y las demandas históricas de una clase en levantamiento. No olvida que hicieron un pacto puertas adentro para asegurar la estabilidad de las élites dominantes en el poder. No olvidamos que son auspiciados monetariamente por Soros, uno de los magnates multimillonarios del planeta, al costo de la explotación de miles, y de mantener una brecha de desigualdad económica brutal, entre quienes viven con menos de un dólar diario, y alguien que tiene una fortuna de 8.300 millones de dólares. Son traidores de la clase por mil razones, y no podemos dejarnos engañar nuevamente por sus discursos populistas, reformistas, desde los cuales se mencionan a sí mismos como parte del pueblo, pero con intereses claros que no concilian con nuestra necesidad de una vida sin dominación ni sometimiento. Es con ellos que también estamos en guerra.

 Es a raíz de esta propuesta – que ha sido rechazada por parte importante de las asambleas barriales del sector - que nos parece importante no sólo rescatar las propuestas de las Comunas Autónomas, sino que nos parece vital aprovechar este 22 impulso de solidaridad de clase para impulsar la conformación de las mismas. Hay, a lo largo de la historia, muchos acontecimientos en los cuales se construyeron las condiciones materiales para hacer viable un proyecto así, y quizás la coyuntura actual nos permite proponer que gran parte de dichas condiciones las tenemos en el presente. Contamos con una clase consciente de su explotación, que se reconoce desde su lugar de subordinación, que reconoce a quienes están en su misma condición, que se organiza con sus pares, que desconfía de la institucionalidad y de los partidos políticos cómplices del terrorismo de estado, y que prefiere sus lazos vecinales y horizontales. Las Comunas Autónomas se levantan a partir de estos mismos principios: Horizontalidad, solidaridad de clase, diálogo abierto de acuerdos y posturas para, mediante consenso, resolver los Principios de la comuna, y para formalizar la búsqueda de satisfacer colectivamente las necesidades de todxs, de forma tal que nuestras vidas valgan la pena de ser vividas. De la mano con la conformación de comunas autónomas es importante comenzar un proceso de despolitización de las formas convencionales de hacer política, y una re-politización desde el apoyo mutuo y la libertad tanto individual como colectiva. No podemos pensar en la construcción de una comuna sin jerarquías ni autoridades, si seguimos pensando y reproduciendo que la única forma de hacer política es mediante la democracia representativa, delegando nuestra potencia política al candidato de turno. No podemos pensar en construir un espacio donde todxs seamos iguales si en lo material y cotidiano seguimos aceptando y reproduciendo actitudes y validando discursos que generan fronteras y desigualdades – validando también jerarquías. No podemos hablar de libertad cuando seguimos considerándonos parte de escenarios en los que somos subordinadxs, y amando las cadenas que nos oprimen – como ocurre con el mercado, el poder adquisitivo, o la comodidad cómplice de ser desclasadx/de explotar a otrxs.

 Nadie dijo que el trabajo sería fácil, y más aún en un territorio que se reconoce a sí mismo como “país” desde un contexto en que sólo hubo un cambio de mando, desde la corona española, hacia los criollos sedientos de poder. La sociedad de nuestro territorio tiene un profundo amor por la institucionalidad tradicional, y esto, combinado con la historia de una dictadura que marcó el sometimiento por terror, y la instauración del régimen neoliberal, construyeron una identidad “chilena” que se conforma con votar cada cuatro años, y que dispone del resto de sus vidas en 23 trabajar para tener unos días de descanso. Son condiciones complejas, que duelen, y que no podemos obviar ni pasar por alto, mucho menos caer en sectarismos ni ridiculizar a la clase por la situación de alienación en la que están. No somos el pueblo anarquista, somos la parte anarquista del pueblo, no somos vanguardia ni líderes de la revolución. Somos quienes debiésemos facilitar las condiciones de emancipación de la clase. Y eso demanda que tengamos claridad sobre por qué estamos como estamos. Y parte de ello implica reconocer que necesitamos despolitizar para re-politizar. Instaurar una Asamblea Destituyente – que destituya las constituciones de la burguesía y los modelos de los sistemas políticos dominantes, que destituya a los partidos y representantes, que destituya a todo organismo que sea una piedra de tope para la autoorganización de la clase y de su capacidad autogestiva- para poder constituir esta sociedad nueva. Constituir una nueva figura de ser social que no necesita representantes, pues se representa a sí mismx, a través de asambleas que se encuentren en una instancia central, que no es ni un gobierno ni un municipio, sino un compendio de las voluntades plasmadas en las distintas asambleas, con la finalidad de coordinarse, socorrerse, apoyarse. La propuesta de una Asamblea Costituyente Popular tiene el peligro de caer en los mismos vicios: sigue replicando la idea de la representatividad, y una noción de democracia que termina siendo una mayoría silenciosa otorgando su potencia política al candidato de turno, a la minoría elitista. Sinceramente, no guarda tantas diferencias con el circo electoral actual. Sólo que aparenta ser más igualitario, e inclusivo, y quizás lo sea cualitativamente, pero, a no olvidar compañerxs, que la Asamblea Constituyente es otro salvavidas más de la burguesía para que siga existiendo representatividad, y, por ende, algunxs que pueden ocupar puestos políticxs, y otrxs que estarán condenadxs a obedecer en su servidumbre voluntaria.

 Nuestra apuesta es una Asamblea Destituyente que repolitice desde la libertad, para la construcción colectiva de Comunas Autónomas, que tengan su base en todas las asambleas territoriales y barriales, y que se reúnan en encuentros en los que puedan plasmar sus inquietudes, su situación general, para así poder organizarse y coordinarse en conjunto. Así, cada territorio podrá comenzar su proceso de reconocimiento colectivo, de construcción comunitaria de sus espacios, y de responder a sus necesidades de clase, y, a la vez, ser parte de instancias con espacios que estén en el mismo proceso, y construir redes de solidaridad y apoyo mutuo. 24 Nuestra apuesta es compleja, y de largo aliento, lo sabemos, pero no por ello vamos a desistir, y las mismas instancias levantadas por la clase nos han dado la razón en que la ineficiencia de la política tradicional necesita un vuelco radical, y ese vuelco, en este momento, está en las fuerzas autogestivas de la clase, que tienen toda la potencia de destituir toda una vida de subordinación política y comenzar en el cotidiano la narrativa y la praxis de su libertad.

Por Amapola para Boletín Sedición n°7. Link de descarga: https://www.mediafire.com/file/8jxv836i5xrb3lo/sedicion7zine.pdf/file

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