No hay duda alguna de esto, y es que
este año en nuestro territorio se vivieron dos hitos electorales que evidencian
un hecho concreto: la abstención como protagonista, expresión y síntoma.
No es azaroso que para una elección “tan importante” – para la visión
ciudadana- como la elección del plebiscito constituyente, votara el 50,8%. Eso
resulta interesante, ya que apenas poco más de la mitad de las personas se
hicieron parte de algo que, según decían las campañas y representantes del
duopolio político, “era para toda la comunidad”. Para las elecciones de
gobernadores, la cosa no pintó mejor: el 80% decidió no participar de esto.
Este escrito no es para alentar y fomentar a la participación mediante escaños
del proceso electoral. Por el contrario, es para poder explicar en profundidad
las causas de tamaño desinterés por dicho proceso.
Quienes participamos en espacios barriales pudimos ver que el tipo de
argumentos dados ante la baja participación eran que esto era por “flojera,
desinterés, o por no querer cambios”. Coincidentemente, la mayoría de las
personas que repiten estos argumentos son parte de la población adulto mayor
del territorio. Personas que crecieron teniendo educación cívica en los centros
educativos, que padecieron en carne propia la dictadura, y a las que les
quitaron mediante torturas y censura toda forma de acción política y
organizativa que no fuera la institucionalmente válida - el voto. Una población
que se encuentra tan marcada por la censura, la persecución, que no siente
interés ni motivación, y que en muchas ocasiones tampoco dispone del tiempo,
para participar en espacios de organización de clase. En resumen: un sector
visible de quienes defienden la democracia está conformado quienes se
encuentran más oprimidxs por el trabajo asalariado - la principal causa
de la falta de tiempo- , y por un régimen que suprime toda forma de
organización.
¿Es esto motivo para enunciar que la baja participación en las elecciones, sean
del tipo que sea, son causadas por la flojera? En lo absoluto. Lanzar ese tipo
de sentencias y presuponerlas como la realidad es un gesto muy propio del
“yutear” (palabra que se refiere a estar constantemente emitiendo prejuicios,
juzgando a otrxs, suponiendo desde qué lugares habita y actúa, vigilar), cuando
en realidad la abstención siempre es un dato, un síntoma y una expresión de
algo. En este caso, desde nuestra perspectiva – quienes llamamos constantemente
a desconfiar de las urnas, y a construir instancias políticas horizontales
lejos de los puestos tradicionales de poder que sostienen al sistema político
estado-nación – esto es expresión de que las urnas, en estos tiempos son, en
realidad, ataúdes donde llegan a morir los sueños fútiles de una minoría que aún
confía en el espejismo de la dictadura de la democracia. Una forma de
validación política, como es un sistema electoral, cuando ya no convoca ni
siquiera a la mayoría de la que dice alimentarse a la democracia es expresión
suficiente para expresar su ineficiencia en todos los términos posibles, así
como también su necesaria disolución y reemplazo por otras formas.
Si vemos los porcentajes por regiones y por comunas, no es sorpresivo que
quienes más van a votar son los sectores más privilegiados - en nuestra
región, las detestadas comunas del barrio alto, que van a votar en masa, como
paseo familiar, y, obviamente, por la derecha. ¿No es esto motivo suficiente
para sacar de conclusión lógica que las urnas, y el sistema electoral, le
pertenece a las clases privilegiadas y no a nosotrxs? A nosotrxs, lxs
flojxs, que no nos levantamos a rayar una papeleta delegando nuestra fuerza
organizativa y política, sino que la ponemos en juego todos los días en las
calles y en los barrios. Lxs flojxs que vivimos levantando instancias de
encuentro territoriales y vecinales, redes de solidaridad y socorro mutuo, que
muchas veces madrugamos para levantar las ollas comunes y ordenar las cajas de
abastecimiento. Lxs flojxs que nos pasamos la vida entera construyendo desde el
cobijo, la ternura y el apoyo sin intereses, sin condiciones, sin ganar nada a
cambio más que construir un espacio donde podemos alcanzar colectivamente
nuestro máximo beneficio, sacando un poco a las municipalidades y al estado de
nuestras vidas. Lxs flojxs que entregamos hasta el dolor y el desgaste
por defender las instancias territoriales de partidos y cúpulas de poder,
intentando fomentar la libertad de las personas.
No, las urnas no son el ataúd de nuestras aspiraciones políticas. El ataúd de
ellas es la desconfianza de quienes intentan hundirnos y darle validez a una
democracia que ha demostrado ser terrorista, y a la vez ser un privilegio que
beneficia solo a una minoría- esa misma minoría que pone todas sus fuerzas en
que todo se mantenga igual, mientras vivimos en una crisis constante a punto de
que todo se derrumbe, sostenido por bonos y cansancio de cuerpos explotados,
agotados.
Y si se disuelve la democracia, ¿qué queda? Es usual el argumento de que no
podemos vivir de otra forma, que es necesario, que una constitución es
elemental. ¿Lo son realmente? Nuestra apuesta es intentar tensionar esta
democracia del capital hasta que se derrumbe por desgaste, y que las asambleas
territoriales, los espacios de organización de clase, de masas y políticos,
puedan conectarse entre sí, a la vez que poder tener herramientas para
satisfacer las necesidades de sus distintos territorios, tan diversos entre sí,
que parece hasta ridículo que una sola carta magna los rija a todos. La apuesta
política que tenemos desde el anarquismo no es solamente abolir toda jerarquía,
autoridad y puesto de poder, sino que es instalar una disciplina anarquista
cotidiana, una lógica colectivista, y distintas estrategias para poder lograr
que se conecten los espacios entre sí mediante principio federalista. Sin que
se centralice el poder, sin que haya quienes saquen privilegio de nuestra
necesidad de sobrevivir.
El camino es largo, pero quizás el “terreno estéril” de la abstención y la
indiferencia por el modelo político actual sea un paso necesario para poder
retomar fuerzas, emprender nuevas vías, y poder educarnos para que, desde la
libertad, avancemos hacia ella.
Amapola Abstencionista
Presentado en boletín Sedición n°10, de la Asamblea Libertaria Cordillera. Link de descarga: https://www.mediafire.com/file/0l2mwocnyyji10u/sedicion10.pdf/file
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