Resumen/abstract
Este ensayo pretende abordar, mediante situaciones históricas y actuales, distintos fenómenos, identidades que se dan a partir de distintos imaginarios, tales como: la clase media, la subgerencia, e incluso algo que se encuentra en constante alza, como lo es el trabajo no apatronado en modalidad de PYME. Todas estas situaciones concretas, aparte de graficar los intentos individuales por ocupar otro lugar económico y de privilegios, tienen un lugar en común respecto al imaginario que produce estratificaciones dentro de las mismas clases económicas existentes, y resultan en un desclasamiento, una individuación, y generan distancia a la hora de pensar en una unificación de la clase oprimida en lo que, según Lukacs, sería su rol histórico -hacer lo que es propio de su clase, lo que sería luchar por la posibilidad objetiva de su emancipación. Detrás de estas estratificaciones se encuentran distintas dimensiones de reificación, en la medida en que distintos títulos refieren a distintos usos que se le dan a un cuerpo para extraer su fuerza de trabajo, convirtiéndose no sólo en algo a tensionar desde lo económico, sino también desde lo político, para poder desanudarlo, comprender la realidad histórica actual, conocer el contexto desde el cual nos estamos levantando, y disolver todas las contradicciones que están impidiendo este encuentro de condiciones de clase volcado en acción.
Palabras clave/keywords: Reificación, conciencia de clase, capitalismo gerencial, economía, individuación, estratificación, metodología interseccional, matriz de dominación.
Introducción: Estratificaciones de privilegio y autoexplotación
Es necesario poder abordar el
problema de la estratificación, en su relación con la reificación de Lukács,
desde nuevas aristas que exceden a lo meramente económico. Con el desarrollo y
la tecnologización de distintas formas de opresión y de dominación, aparecen
distintas dimensiones a las que es necesario prestar ojo si pretendemos poder
dar respuesta y comprensión a distintos fenómenos situacionales que
corresponden con este estadio del capitalismo moderno, tales como el valor de
exhibición que se le da a distintas corporalidades dependiendo de los discursos
y consignas que el mercado y la publicidad absorben con la finalidad de
mantenerse vigentes, o la validación de ciertas identidades por sobre otras, o
de ciertas capacidades sobre otras, en la medida en la que un cuerpo es capaz
de producir más - o al cual se le puede
extraer una mayor fuerza de trabajo, con lo que resulta más funcional.
Es bastante extenso el abanico en el cual se puede apreciar que la reificación
del cuerpo, y de las mismas narrativas que están en ellos, son fenómenos que
responden directamente con el modelo económico capitalista, pero la intención
es poder desarrollar esta reificación no solamente en términos económicos –
para no caer en la incongruencia inconclusa en la que quedó Marx y que fue
enunciada por Bakunin y los teóricos posteriores desde la trinchera del
anarquismo, y posteriormente recogida por la metodología interseccional o la
matriz de dominación feminista, entre otros.
En particular, lo que es de interés es la contemplación respecto de cómo
aquello que Lukács definía como estratificaciones en las clases económicas,
genera distintos imaginarios que responden a lo que determinada matriz de
dominación espera de un cuerpo – su apariencia, valor de exhibición, valor de
uso, etc-, que a la vez jerarquizan a ciertas estatificaciones sobre otras, al
alero de discursos desclasados y que perpetúan lógicas de discriminación. La
intención detrás de esto es poder desmoronar ciertos discursos hegemónicos
sobre los intentos de totalizar y homogeneizar a los cuerpos, reconociendo que
en esos afanes, se configuran relaciones de poder cuya única materialización es
la fragmentación de las clases oprimidas (en este escrito nos referiremos a
clases en plural, ya que, al igual que los teóricos anarquistas, comprendemos
que la clases económica son las únicas existentes) entre modos de habitar que
se jerarquizan por intereses hegemónicos, y otros que son doblemente
subordinados: por dichos intereses, y por quienes intentan saciarlos a costo de
explotar a quienes se encuentran por debajo.
Desarrollo:
“ Al final de la serie la
estratificación social de los que formulan las preguntas y la significación
social de sus respuestas resulta, empero, completamente invertida: lo que se ha
hecho ya tema -aunque aún le falte mucho para llegar a consciencia- es el destino
de la revolución, la ruina del capitalismo.” [1]
Lukacs toma grandes consignas en lo que se refiere al
carácter histórico y político de la clase trabajadora y oprimida respecto de su
posibilidad objetiva: la de poder consagrarse como tal y luchar en contra de la
burguesía, la causante de todas las desigualdades económicas. El problema, que
ya hemos visto, se relaciona no con algo propio de las sociedad precapitalistas
o capitalistas tempranas (que se encontraban totalmente escindidas en las dos
clases históricas): el fenómeno de la estratificación:
“ Pues, en concordancia
con la laxitud mayor de la coherencia económica de la sociedad, las formas
jurídico-estatales que constituyen estratificaciones estamentales, privilegios,
etc., tienen subjetiva y objetivamente una función completamente diferente de la
que les es propia en el capitalismo (…) La historia de las estratificaciones
estamentales muestra con toda claridad cómo este orden, que al principio fundió
en el molde de formas rígidas una existencia económica «natural», luego; en el
curso de la evolución económica que procede subterráneamente,
«inconscientemente», se descompone poco a poco, es decir, deja de ser una
unidad real. Su contenido económico acaba por desagarrar su unidad jurídica
formal.”[2]
La estratificación, entendida como la reconfiguración de las distintas
subjetivaciones que existen dentro de una misma clase, produce la dificultad de
la unificación de la misma. Esto se puede responder de una manera bastante
simple: Para la existencia de dichas estratificaciones, se dan ciertos privilegios
y ciertos puestos superiores a los de un trabajo promedio, a cambio de la subordinación
que se puede comprender desde lo definido a través del capitalismo gerencial: “Estadio de desarrollo capitalista caracterizado por el predominio en el mercado de grandes empresas dirigidas por gerentes
profesionales.” [3]
Es así como se generan nuevas ficciones,
tales como el subgerente que, sin ser dueño de los medios de producción, los
administra siendo empleado del burgués, y siendo a la vez empleador/explotador
de personas que se encuentran en condición de subordinación, puesto que están
sujetas al estadio de valor de uso de la fuerza de su trabajo, la cual se
extrae para beneficio tanto del gerente como del burgués.
“En el modo de producción capitalista convencional, el Estado burgués es un
comité al servicio de los capitalistas garantizándoles la propiedad privada de
los medios de producción y de cambio y la percepción, sin contrapartida de
trabajo, de la plusvalía usurpada a los trabajadores asalariados, tanto en una
democracia parlamentaria como en una dictadura, según las situaciones. Bajo el
modo de producción estatista, cuya expresión real es el modelo soviético, el
Estado, monopolio de la burocracia, impone la propiedad estatal; dicta la
política de precios y salarios: es patrón, comerciante, banquero, policía,
haciendo las leyes según las conveniencias e intereses de la burocracia
totalitaria. En ambos casos, con régimen capitalista convencional o con
capitalismo de Estado, ya sea en el Oeste o en el Este, el obrero sigue siendo
obrero asalariado, productor de un excedente económico para los burgueses
occidentales o para las burocracias
orientales. Así las cosas, al cambiar únicamente un gobierno por otro los
trabajadores siguen siendo oprimidos y explotados, realmente, por el
capitalismo, ya sea privado o de Estado. (…) Pero de todas estas experiencias tecno-burocráticas, con la
proliferación de funcionarios bien rentados, de unócratas, eurócratas,
comeconócratas, de planificadores centralistas de todo tipo, se deduce que
cuanto más aumentan las clases parasitarias a costa de los trabajadores
productivos, más pobre es el pueblo trabajador y consumidor bajo la conducción
autocrática y continuada de las burguesías y las pequeñas burguesías
occidentales o de las burocracias totalitarias orientales.” [4]
La
visión del trabajador oprimido y considerado a los como cuerpo-máquina responde
a las lógicas más propias de uno de los estadios de la mercancía: Como ya se
mencionó, su valor de uso. Es, desde esta lógica burguesa y gerencial que un
cuerpo pasa a ser mercancía. Esto forma parte de lo que Lukács va a comprender
como proceso de reificación o de cosificación. “La cosificación, empieza a
perder su poder sobre el hombre y a entregarlo a éste.” [5] Esta frase es sumamente potente porque grafica
el modo en el que el régimen de la cosificación capitalista instala una forma
de relación social en la que un cuerpo es reducido a cosa a manos de otro
cuerpo (que forma parte del espectro desclasado que se inserta en el espectro
de la estratificación del clasismo gerencial) que se encuentra en igualdad de
condiciones, pero que opera bajo los imaginarios de sus privilegios, que le
impiden conectar con la realidad material de su explotación. Alejado de ella
bajo la noción de que es quien explota. Y, si nos anclamos en la propuesta de
Abrahám Guillén, hay una estrecha relación entre el capitalismo y el estado a
la hora de ejercer dicha relación de jerarquías que se instala con el régimen
del trabajo y los espacios productivos a nivel industrial. Por lo que, podemos
entrar en acuerdo con que la situación de clase no es sólo económica, sino que
también política y estructural, pero en ciertas ocasiones el marxismo, aunque
ha intentado abordar esta premisa, se ha quedado corto.
“Por último, desde el punto de vista
ideológico, se aprecia la misma situación ambigua en el hecho de que el
despliegue de la burguesía presta, por una parte, a la individualidad una
importancia que hasta entonces no había tenido nunca, mientras, por otra parte,
suprime toda individualidad por las condiciones económicas mismas de su
individualismo, por la cosificación producida por la producción universal de
mercancías. Todas esas contradicciones, cuya serie no se agota- en modo alguno
con los ejemplos aducidos, sino que podría continuarse ilimitadamente, son mero
reflejo de las contradicciones más profundas del capitalismo, tal como éstas se
presentan en la consciencia de la clase burguesa, a tenor de su posición en el
proceso conjunto de la producción.” [6]
Esta
supuesta contradicción, a nuestro parecer, responde con claridad a una
finalidad: la de impedir la unificación de la clase oprimida. Se individualiza
la miseria, y, por ende se construyen espacios individuales para la superación
de la misma, para intentar suprimir cualquier intento de dichos cuerpos
individualizados por encontrar soluciones colectivas a sus condiciones de
explotación económica, política y social. La cosificación es, por ende, una
forma ciertamente eficiente de alienación
(bajo la noción marxista del término, que se refiere en última instancia
a la deshumanización del trabajo productivo. Y no hay nada más deshumanizante
que concebir a un cuerpo como mercancía en cualquiera de sus estadios).
“Condición necesaria del proceso de
cosificación es que toda la satisfacción de las necesidades se cumpla en la
sociedad en la forma del tráfico de mercancías. La separación entre los
productores y sus medios de producción, la disolución y la fragmentación de
todas las unidades productivas espontáneas, etc., todos los presupuestos
económicos-sociales de la génesis del capitalismo moderno actúan en ese
sentido: en el sentido de poner relaciones racionalmente cosificadas en el
lugar de las situaciones espontáneas que muestran sin rebozo las verdaderas
relaciones humanas.”[7]
Ahora
bien, una situación que nos parece que debiese ser tomada en cuenta es que la
mayoría de los teóricos y pensadores marxistas y marxianos insisten en hacer
lecturas socio-económicas de las condiciones materiales, llegando a conclusiones,
sin duda, muy certeras y explicativas de las relaciones sociales dentro de
contextos de dominación y alienación. Pero, como se mencionó en la
introducción, distintos autores del anarquismo han señalado que la existencia
de clases no sólo se dan desde la dimensión económica y política – argumento
por el cual ambas ideologías (marxismo y anarquismo) se distancian,
construyendo distintas narrativas, tácticas y estrategias para abordar las
dimensiones de opresión que consideran propias de las sociedades capitalistas.
Algo que incluiremos para dar mayor énfasis a esto y a la existencia de
distintas identidades que ejercen dominio no solamente desde lo económico es la
metodología interseccional de Kimberlé Crewnshaw.
“El término “interseccionalidad” fue
acuñado por la jurista afroamericana Kimberlé Crenshaw para describir la
situación especial en la que se encontraban las mujeres afroamericanas, en las
que interseccionaban diferentes discriminaciones por el hecho de ser mujeres y
por ser negras, y que causaban una discriminación diferente y mayor que la mera
suma de ambos factores de desigualdad. En el contexto de la violencia contra
las mujeres, la interseccionalidad es la herramienta que permite visibilizar,
identificar y analizar la situación específica y particular en la que se
encuentra una mujer víctima de violencia de género en la que no sólo sufre
discriminación por ser mujer y por ser víctima de violencia machista, sino que
además en su condición de víctima interseccionan y se solapan múltiples
factores que dan como resultado una vulnerabilidad diferente y mayor que la
suma aritmética de las distintas variables.” [8]
Bajo esta conceptualización, haremos uso de la metodología interseccional;
concepto que, como aparece en la cita previa, refiere a una herramienta de
análisis de los fenómenos sociales instaurada por Kimberlé Crenshaw. Esta
herramienta logra vislumbrar que de manera simultánea se dan diversas formas de
explotación y opresión, no habiendo una más importante que otra, sino que son
opresiones que se ejercen en un mismo cuerpo, abriendo distintas dimensiones de
opresión, más allá de la económica – de género, colonial, especista, etc. - en donde distintos discursos de subordinación
se entrecruzan. De igual forma, lo enlazaremos con la noción de Matriz de
dominación.
“La
interseccionalidad es un paradigma complejo y sutil que «nos recuerda que la
dominación no se reduce a un tipo fundamental y que las dominaciones colaboran
para producir injusticia» (Collins, Thought 18). La matriz de dominación es un
instrumento de análisis de esa teoría (y práctica) interseccional que nos
permite entender cómo esas dominaciones están organizadas. Dicho de otro modo,
la interseccionalidad enfatiza «la relacionalidad entre opresiones que se
intersectan».”[9]
Entendido de otra forma, es una
herramienta epistemológica – al igual que la interseccionalidad- que nos
permite develar los discursos, hábitos mediante los cuales pensamos el poder, y
lo hacemos visible. Es por esto que ambas herramientas metodológicas nos son
importantes si intentamos comprender distintos escenarios de doble
subordinación que exceden a lo meramente económico.
“En «La
cosificación y la conciencia del proletariado» Lukács se apropia de la teoría
de Hegel de un modo «materialista» a fin de ubicar la categoría de práctica en
el centro de una teoría social dialéctica. Al traducir el concepto de Geist de
Hegel en términos antropológicos, Lukács identifica al proletariado de un modo
hegelianamente «materializado» como el sujeto-objeto idéntico del proceso
histórico, como el Sujeto histórico que a través de su trabajo constituye el
mundo social y se constituye a sí mismo. En este sentido, Lukács analiza la sociedad
como una totalidad constituida por el trabajo entendido al modo tradicional. La
existencia de esta totalidad, según Lukács, está velada por el carácter
fragmentado y particularista de las relaciones sociales burguesas. Al derrocar
el orden capitalista, el proletariado se autorrealizaría como sujeto histórico,
al realizarse abiertamente la totalidad que él constituye. La totalidad y, por
tanto, el trabajo, proveen el punto de vista del análisis crítico de la
sociedad capitalista realizado por Lukács.”[10]
Considerar que la abolición del régimen económico capitalista consiste en el
logro máximo de la clase proletaria pareciera tener bastantes puntos sin
resolver: ¿qué pasará con una sociedad construida por individualidades
capitalizadas, que tienen arraigadas las lógicas de jerarquía y autoridad en
distintas dimensiones y las replican en los espacios micropolíticos? ¿Puede
existir una sociedad nueva automáticamente con la caída del sistema económico?
¿O se requiere de algo más, mucho más? Creemos que el verdadero desafío viene
de la mano con la preparación individual y colectiva para el mundo nuevo, y eso
implica desagenciar muchas dinámicas y relaciones de poder que reproducimos en
el cotidiano. De esa manera se podría pensar en una totalidad de la sociedad
que objetive la posibilidad de su emancipación sin caer en las ficciones de la
revolución automática que deviene en la utopía perdida.
“Pues aunque la
sociedad es en sí misma algo rigurosamente unitario y aunque su proceso de
desarrollo también lo es, una y otro no son una unidad para la consciencia del
hombre, especialmente para la del que vive en la cosificación capitalista de
las relaciones como en un mundo ambiente natural, sino que están dados como
multiplicidad de cosas y fuerzas independientes unas de otras. La escisión más
llamativa, y más rica en consecuencias, de la consciencia proletaria se revela
en la separación entre lucha econ6mica y lucha política. Marx ha insistido repetidas veces en la
inadmisibilidad de esa separaci6n, mostrando que es propio de toda lucha
econ6mica mutar en política (y a la inversa); pues bien, pese a ello ha sido
imposible extirpar de la teoría del proletariado esa división entre lucha
económica y lucha política. El motivo de esa deformación de la consciencia de
clase, de ese apartamiento de sí misma, arraiga en la escisión dialéctica entre
el objetivo singular y el objetivo final, o sea, en última instancia, en la
escisión dialéctica de la revolución proletaria misma.”[11]
¿Por qué se habla de que las luchas debiesen mutar y transitar o en una
dimensión de opresión o en otra, siendo que en la realidad se dan
simultáneamente? Este es un factor decisivo a la hora de poder interpretar materialidades
contingentes como las expuestas en el collage noticioso de la introducción: Titulares
enuncian el nuevo perfil productivo que se busca para gestionar los medios de
producción de la burguesía, instalando una estratificación que se defiende a sí
misma para maximizar sus privilegios. Esto se pudo apreciar claramente en
nuestro territorio dominado por el estado de chile a propósito de que los
gerentes y subgerentes de Metro de Santiago decidieron subir aún más sus
millonarios sueldos, y dejar a trabajadores de base, quienes en el día a día
hacen funcionar este transporte, sin un bono con el que contaban para
subsistir. Es tal el nivel de hostilidad que hay, de competencia, entre estas
estratificaciones de la clase oprimida (la clase trabajadora como tal, y la
trabajadora capitalista gerencial específicamente, desde su posición de desclasamiento.
Aclaro igualmente que, para términos de este ensayo, consideramos que la clase
media como tal no existe, y es otra ficción estratificada más, conformada con
una clase con mayor poder adquisitivo apenas, pero con la capacidad de
endeudarse y vivir de créditos y préstamos bancarios), que muchas personas se
encuentran en la obligación – puede ser por factores económicos, de salud
mental, o una infinidad de otros factores situados- de convertirse en sus
propixs explotadorxs, o de recurrir a empleos informales sumamente riesgosos.
Respecto a la autoexplotación, la vida de trabajo no apatronado es sumamente precaria,
ya que su principal motor es la capacidad de gestionar el propio tiempo y de
producir sin contar con nadie más que con la propia individualidad y su fuerza
de trabajo. Sobre los empleos informales sumamente riesgosos podemos ver el
trabajo ambulante, que se ha precarizado aún más en contexto pandémico, y
también al empleo en delivery de todo tipo. Durante la pandemia, y desde
distintos territorios, se han levantado grupos de despacho a domicilio para
exigir condiciones mínimas de trabajo debido a la gran alza de accidentes que
han sufrido. Lo más potente respecto a esto es el nivel de alienación que
sufren estxs trabajadorxs: a vista de quién hace los encargos, aquella persona
pierde su condición humana y pasa a ser el intermediario entre consumidor y
tienda, por lo que la indiferencia respecto a las condiciones mínimas de
bienestar y seguridad se difuminan en el imaginario alienado.
Y hay un sector histórico que siempre ha existido y que ha sido asesinado,
invalidado, e incluso excluido de la propia arquitectura de la ciudad: Los
cuerpos disidentes funcionales. Esos que han sido llamados discapacitados, que
han sido despedidos y marginados, por no cumplir con los estándares mínimos de
productividad que el régimen capitalista necesita extraer para poder seguir
funcionando. Cuerpos que resisten y que han comenzado a hacerse notar, para
tensionar las narrativas normalizantes y totalizantes que se imponen sobre los
cuerpos y la salud mental. Para tensionar las nociones de normalidad y de
capacidad, para terminar evidenciando que la capacidad responde netamente a
intereses económicos, políticos, y de una amplia dimensión: Hace años, las
mujeres no eran funcionales a intereses capitalistas, pero sí cumplían otras
funciones dentro del cuidado y la crianza, así como las personas racializadas
eran objetos con valor de exhibición para ser presentadxs como la rareza del
siglo en un mundo colonial dominado por Occidente. Vivimos atravesadxs por una
gran cantidad de dimensiones de deshumanización y dominación que no se pueden
tratar por separado, porque responden a una misma matriz de dominación, y ante
la cual tenemos que enfrentarnos individual y colectivamente si nuestras intenciones
son, no solamente comprender las opresiones actuales, sino que posicionaros por
su abolición.
Conclusión:
Si bien se tiende a hacer una observación bastante contingente y necesaria
al marxismo científico que se ancla netamente en lo económico, también es
importante pensar el problema de clase desde distintas identidades que se han
ido agenciando y que, desde la matriz de dominación (ya sea matriz género,
matriz raza, matriz especie), en conjunto con el hipermercado capitalista, se
han vuelto hegemónicas, hasta el punto de disolver y marginalizar a otras
identidades que también forman parte de la misma clase explotada.
Este margen amplio de alienación está en constante movimiento, y podemos
apreciarlo con total claridad cuando vemos publicidad que intenta ser inclusiva
con los mismos cuerpos a los que por años violentó y anuló, o con las mismas
formas de habitar que eran impensadas y categorizadas como anormales. Marx ya
anticipaba que el capitalismo está constantemente moviéndose para absorber toda
consigna y volverla propia, y así no dejar nada fuera de sí, debido a su
condición expansiva y planetaria.
Por lo mismo no debiese causarnos sorpresa alguna esto, ni caer en el error de
considerar al mercado mundial como una entidad que está escuchando las
consignas, cuando vemos estas actualizaciones del mercado: está resguardándose
a sí mismo mediante la instalación de nuevas corporalidades que entran al juego
de las jerarquías y la validación mediante su exhibición.
Los viejos paradigmas económicos están potenciando igualmente una mayor
fragmentación y desclasamientos,
mediante ficciones tales como el empleado del mes, el bono a la puntualidad, y
un montón de artimañas que las burguesías y las gerencias usan para mantener a
la clase trabajadora anhelando subir un escalón al costo del fracaso de sus
compañerxs de clase. La individuación exacerbada que implica una aceptación de
la condición de clase, para una inmediata negación mediante la búsqueda de
intentar librarse del martirio de ser oprimidx, sin caer en cuenta de que el
gerente, aquel “superior”, al igual que el imaginario de la clase media, no es
más que una simulación de pertenecer a la burguesía.
Existen muchos espacios en los que las simulaciones burguesas buscan
consumirnos, atraparnos, estandarizarnos, potenciar las lógicas hostiles entre
nosotrxs para evitar los espacios de encuentro y resistencia que se vuelven
cada vez más necesarios y vitales para que esta super-vivencia se transforme en
resistencia. Dentro de esta necesidad ética, social y política creo vital
rescatar algo enunciado en el desarrollo, respecto de las corporalidades
disidentes funcionales, de la mano de Johanna Hedva:
“La protesta más anti-capitalista que se
puede hacer es cuidar de otra persona y cuidar de ti misma. Enfrentar la
practica históricamente feminizada (y por lo tanto invisible) de asistir,
nutrir, cuidar y preocuparse. Tomarnos en serio en cuanto a nuestras
vulnerabilidades, fragilidades y precariedades, y apoyarlo, honrarlo,
respetarlo, empoderarlo. Protegernos mutuamente, promulgar y practicar
comunidad. Una hermandad radical, una sociedad interdependiente, una política
de cuidado.”[12]
Adoptar políticas del cuidado, para comprender que la crisis que habitamos y
que es colapso inminente responde a una matriz de dominación cosificadora,
capitalista, estatal, que instala competencias en cada lugar que puede y
absorbe cada consigna que puede para quitarle peligrosidad y hacerla tuya,
significa comprender que nuestros problemas no son individuales, y por ende,
nuestras soluciones tampoco.
“Dentro de este marco, ir más allá
del pensamiento burgués significa ir más allá del racionalismo formalista de
dicho pensamiento, es decir, más allá de la separación de forma y contenido
efectuada por el capitalismo. Y esto, según Lukács, requiere de un concepto de
forma que esté orientado hacia el contenido concreto de su sustrato material,
requiere una teoría dialéctica de la praxis (ibidem: 121-142). Para Lukács una
comprensión dialéctica e inspirada por la praxis de la relación entre forma y
contenido superaría, a nivel teórico, el formalismo abstracto asociado a la
categoría de valor. Es decir, apuntaría más allá del capitalismo”[13]
Lukács, a nuestro parecer, apuntaba en esa dirección cuando hablaba de
posibilidad objetiva como toma de conciencia del contexto, las situaciones y
experiencias propias de una clase unificada, sin quedarse anclado en lo
económico. Por eso pareciera ser un autor a rescatar para la realidad tan problemática
y con alternativas tan a la mano, pero que nos han hecho creer que son
imposibles.
[1] Lukács,
G. (1969) Historia y consciencia de clase. Editorial Grijalbo. (p. 39)
[2] Lukács, G. (1969) Historia y consciencia
de clase. Editorial Grijalbo. (p. 62)
[3] La
gran enciclopedia de economía, en http://www.economia48.com/spa/d/capitalismo-gerencial/capitalismo-gerencial.html.
[4] Guillén, A. (1988) Economía libertaria:
alternativa para un mundo en crisis. Fundación de estudios libertarios Anselmo
Lorenzo. (pp. 52-54)
[5] Lukács,
G. (1969) Historia y consciencia de clase. Editorial Grijalbo. (p. 76)
[6] Lukács,
G. (1969) Historia y consciencia de clase. Editorial Grijalbo. (p. 68)
[7] Lukács, G.(s.d) La cosificación y la
consciencia del proletariado. (p. 14)
[8] Valle
moreno, S. (s.d) La Interseccionalidad como herramienta metodológica para el
análisis cualitativo de las vivencias de las mujeres víctimas de violencia de
género: caleidoscopio de desigualdades y múltiples discriminaciones en
Investigación Cualitativa en Ciencias Sociales//Volumen 3. (p. 205)
[9]
Ripio, V. (2019) Otro juego de herramientas: matriz de dominación y resistencia
simbólica. (p. 27)
[10] Postone, M. (2007) Marx reloaded: Repensar
la teoría crítica del capitalismo. Editorial traficantes de sueño. (p. 82)
[11] Lukács,
G. (1969) Historia y consciencia de clase. Editorial Grijalbo. (p. 77)
[12] Hedva, J. (s.d) Teoría de la mujer
enferma. (p. 15)
[13] Postone, M. (2007) Marx reloaded: Repensar
la teoría crítica del capitalismo. Editorial traficantes de sueño. (p. 90)
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