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Reflexiones sobre un quehacer pedagógico comunizador

 

 Reflexiones sobre un quehacer pedagógico comunizador

Introducción

Dentro de las perspectivas más tradicionales y clásicas de los procesos de enseñanza-aprendizaje, se considera que el rol docente es fundamental dentro de dicha dinámica, ya que es una especie de autoridad que tiene el poder –el poder de enseñar lo aprendido al “alumno”, que es una figura que tiene que ser encaminada e iluminada por esta autoridad. “Si hacemos una observación etimológica, descubrimos que una palabra tan cotidiana, como es la palabra alumno, significa “sin luz” o “carente de luz”, y desde ahí ya podemos considerar el lugar pasivo que tienen lxs estudiantes cuando son consideradxs desde esa dimensión en la que hay “algo vacío” o “vaciado” en ellxs, que el docente tiene el quehacer de llenar, de una forma dirigida y manipulada. Gracias a la problematización de esto, y la problematización misma del rol que cumplen los docentes por la reproducción de un espacio jerarquizado y autoritario, que son características propias de la sociedad hipercapitalista, hipermoderna y neoliberalizada, es que en las últimas décadas han aparecido teorías críticas a la pedagogía tradicional, y que han levantado currículum alternativos a los hegemónicos que se sostienen desde, por ejemplo, el MINEDUC, o los proyectos educativos más conservadores, que siguen considerando al alumno como un ser humano incompleto, suprimiendo todas las potencias críticas, subversivas y destitutivas de la actualidad que hay desde las infancias y las adolescencias.

Desde el entramado de estas pedagogías de la crisis, que se despliegan desde el sinstentido y el insostenimiento del modo de producción de relaciones sociales capitalistas, es que este ensayo pretende considerar duchas pedagogías en la experiencia particular de un intento aventurero y ambicioso de construir un rol docente horizontal, antiautoritario y catártico, que busca fomentar y alentar la actitud filosófica ante un mundo-técnica que se derrumba y devora a sí mismo.



Desarrollo:

Si nos adentramos en las posturas teóricas críticas de la realidad actual, nos podemos encontrar con un autor llamado Anselm Jappe. Este autor, parte de una corriente llamada Wertkritik (teoría crítica, parte de la Nueva Lectura de Marx), tiene un libro llamado La sociedad autófaga. En este libro, resume el mito de Erisictón, que se enfoca en la figura de este último, rey de Tesalonia, sumamente rico y sumamente avaricioso de aumentar su riqueza, llegando al punto de profanar un árbol sagrado. Como castigo, la diosa Démeter, en conjunto con Limos y Némesis, lo castiga con un hambre insaciable, y cada vez que coma, sentirá más hambre. El rey termina pobre, vendiendo todos sus bienes por comida, y, finalmente, se devora a sí mismo.

Jappe recupera este mito helénico para exponer que el régimen actual, el capitalismo, tiene una condición autófaga – que se consume a sí mismo a la vez que se expande de manera devastadora. Nuestra primera impresión al respecto suele ser enlazar esta expansión devastadora con la destrucción desmedida de la naturaleza, ya que es lo que usualmente se suele mostrar, con los desastres ecológicos, la megaindustria, la expansión de las ciudades y la cosificación de la tierra en un recurso a explotar. Pero no podemos quedarnos con esa reducción que simplifica el problema y que, además, sigue siendo funcional al capitalismo mismo, desde el lugar en el que no lo desmonta, sino que solamente enfoca nuestra mirada hacia un presente y futuros plagados de medidas de desarrollo sustentable y decrecimiento, e incluso, en última instancia, al capitalismo verde.

El panorama es mucho más complejo, y es que actualmente estamos sumergidxs en una estética capitalista. ¿A qué nos referimos con esto? La estética, en palabras propias, consiste en la configuración perceptual de una época; en la construcción de relaciones sociales mediadas por esta configuración, que articula una visión del Mundo, anclada en la técnica propia de dicha época. El Mundo es técnica (tekhné), y actualmente, bajo la configuración perceptual capitalista, las relaciones sociales se encuentran mediadas por el valor de uso, de cambio (en Marx, el valor abstracto, que desarrolla en El Capital, su obra magna) y de exhibición (como trabaja Benjamin en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica). Desde este lugar, el Mundo está sometido a ser convertido en mercancía, tanto la tierra (en la visión de la crisis ecológica) como la humanidad (desde el proceso de reificación que desarrolla Lukács en Historia y conciencia de clase)

¿Cuál es la importancia de esto desde las pedagogías? Que el quehacer de la enseñanza-aprendizaje bajo la estética capitalista se configura a partir de la cosificación de la humanidad para ser fuerza de trabajo. El en adoctrinamiento desde las salas de clase para la preparación a la esfera del trabajo, con todas las lógicas que se encuentran dentro de esta esfera –optimización del tiempo, disciplinamiento al detalle, preparación para la sociedad jerarquizada en clases sociales. Foucault, en su texto Vigilar y castigar visibiliza cual es la complicidad de distintos dispositivos institucionales para el perfeccionamiento de estas lógicas en nuestros cuerpos, en nuestra vida cotidiana, al punto de considerar que esta sub-vida que se nos presenta es la única vida a la que podemos aspirar. “(…) se ejerce sobre niños, colegiales, sobre aquellos a quienes se sujeta a un aparato de producción y se controla a lo largo de toda su existencia”[1]. De esta forma se adscribe el poder disciplinador en las escuelas. La promesa constante de las infancias a la escuela, a la universidad, a la absorción de conocimiento que luego debe ser aplicado en el trabajo, y en la sociedad, considerando como éxito el ser una herramienta óptima y productiva dentro de ésta.

En este territorio, dominado por el Estado de Chile, desde la dictadura, y con la instauración del programa neoliberal de los Chicago Boys, se dio el proceso de neoliberalización de toda dimensión de la existencia. La estetización de la sub-vida bajo esa maquinaria que absorbe todo en ese movimiento capitalista que busca ser planetario (de ahí que la Internacional Situacionista, organización política de carácter marxiano radical, que tuvo su máximo auge en el Mayo Francés, planteara en Internacional Situacionista Vol. 1: la realización del arte, la destrucción del arte, entendiendo esto como destrucción de la estética que, en ese entonces, ya operaba dentro del capitalismo). La privatización de la educación en este territorio consistió en un fuerte componente burgués, que construyó su propio proyecto educativo enfocado precisamente en los fines de convertirnos, desde las infancias, en fuerza productiva. A su vez, y que es algo que aparece actualmente, se dio una corporativización de la educación, descentralizando al neoliberalismo, y centralizándose en nuevos actores económicos que, más que estar al servicio de la educación, pusieron la educación a su servicio.

“En consecuencia, cada vez más escuelas y liceos pasan a ser controlados por agentes privados. ¿Quiénes son estos agentes? ¿Son organizaciones sociales? ¿Religiosas? ¿Asociaciones docentes? ¿De padres? Existe poco conocimiento sobre quiénes son los proveedores de la educación particular subvencionada en Chile (ALMONACID, 2008). Conocer quiénes son los principales proveedores privados es fundamental para conocer la diversidad u homogeneidad del sistema. El control de los sistemas educativos por los grupos de poder económico es una tendencia en el mundo y en Latinoamérica (BALL, 2012; CLADE, 2015)”[2]

Ante la corporativización de la educación, que hizo más visible cuál es la importancia de un quehacer pedagógico tanto para la reproducción de la sociedad actual con sus dinámicas, como para su tensionamiento y desmonte revolucionario, se hace vital poder revitalizar, recuperar, adecuar y situar distintos discursos pedagógicos críticos, que tienen un amplio espectro desde el proyecto de escuela moderna de Ferrer i Guardi, pasando por Freire y la pedagogía crítica, hasta las pedagogías del caos y de la incertidumbre, y la implementación de estrategias metodológicas que desborden el quehacer tradicional del docente soberano que tiene como principal estrategia pedagógica la clase expositiva, que, a su vez plantea la presencia del docente como un ente supremo dispensador de conocimiento que lxs alumnxs solo deben absorber para adquirir una condición de humanxs plenos, con el “vacío” ya llenado de conocimiento que no se pone en cuestionamiento.

Más que hacer un repaso histórico por estas distintas propuestas pedagógicas críticas, la intención es plantear cuál es la disposición pedagógica que se realizó durante el proceso de práctica en el colegio Raimapu Tierra Florida – un establecimiento que se caracteriza por una educación integral, crítica, con participación de los estamentos educativos - aplicando distintas estrategias y metodologías revolucionarias aprendidas en contextos no formales. Es en estos contextos en los que, justamente, se tensiona la arbitrariedad autoritaria de asumir que el único espacio en el que se da el aprendizaje es dentro de un aula tradicional, ya que esta visión deja fuera el amplio abanico de dimensiones que tenemos como especie animal humana: principalmente, la dimensión social, y que tiene la potencia de comunización. Esta última palabra, levantada con fuerza desde la experiencia del Mayo Francés y de la Internacional Situacionista, aparece como respuesta al afán homogenizador, individualizador y de la competencia que se instala con el capitalismo, se puede definir como “un proceso en el cual el conjunto de la humanidad asume directa o indirectamente la organización de la producción de bienes para su uso (no para el intercambio) de acuerdo a las necesidades sociales. (...) Lo que el concepto ‘comunización’ pretende subrayar frente al de ‘comunismo’ es la naturaleza del proceso que tiene la destrucción de las relaciones sociales capitalistas”[3]

Lo que aparece con el sistema educativo privatizado, corporativista y neoliberal es el adoctrinamiento, la manipulación para la construcción de la estética capitalista en las infancias, anclada en la ética capitalista, basada en la ambición, la competencia por sobre la colaboración, el trabajo como valor fundamental, la acumulación de riquezas y la atomización de la humanidad a su núcleo fundamental – lxs sujetxs- y la familia. La respuesta a eso desde las pedagogías revolucionarias es un quehacer docente que prepare para la cooperación, la enseñanza de distintas disciplinas de forma interconectada –superando la visión tradicional de disciplinas aisladas-, y la preparación para la vida en la comunidad, por sobre la idea de la sociedad con sus atomizaciones.

El componente novedoso que se pretendió implementar fue el de la comunización, que consiste no solamente en una construcción de espacios de comunidad, sino también en la destrucción de los valores capitalistas dentro de esos espacios, y de llevar esa destrucción a distintas dimensiones de la sub-vida, para poder alcanzar la condición de vida, recuperándola. Es a partir de eso que se realizó una pedagogía que no considera a lxs estudiantes como tablas rasas que hay que adoctrinar, sino en sujetxs en todas sus potencias, de lxs que, de hecho, hay mucho que aprender, ya que una de las particularidades de estas pedagogías críticas es, precisamente, la instauración de estrategias pedagógicas y construcción de currículum situados, en lucha con el currículum del MINEDUC, que pretende imponerse y homogenizar, totalizar a lxs estudiantes, obviando sus experiencias, ritmos, capacidades e historias, que son fundamentales para la construcción de un espacio de enseñanza-aprendizaje que, no solamente les incluya, sino que se construya a partir de ellxs como protagonistas de sus procesos. Poner sus historias como protagonistas permite una cercanía que rompe con la asimetría propia de las salas de clases funcionales a la manipulación que prepara para una sub-vida de sometimiento.

Desde proyectos educativos autónomos como, por ejemplo, el Proyecto Educativo Anarquista Aurora Negra, aparece el concepto de contramanipulación como respuesta a que, ya que estamos inmersxs en la estética capitalista, todo está diseñado para manipularnos a ser fuerza de trabajo, y se hace vital espacios que quieren esa manipulación y “contramanipulen” para otras formas de sostenernos ante nuestras necesidades. Desde ahí aparece la necesidad de enseñar otro tipo de cosas, tales como resolución de conflictos, solidaridad, enseñanza (trans)feminista, y construcción de pensamiento crítico.

Dentro del proceso de práctica, se intentó cumplir con ser un ente sin autoridad, pero con capacidad de convocar a partir de los intereses de lxs estudiantes, y con la habilidad de tomar las propias experiencias de lxs estudiantes para llevarlas al límite de cuestionar todos los regímenes normalizadores ante los que estamos constantemente arrojadxs. Todo esto con la finalidad de que ellxs mismxs pudiesen aplicar todos los contenidos a sus propias vivencias, tomando en consideración que estamos en un contexto en que las juventudes cuentan con mucha más información, acceso a ella, pensamiento que desborda la institucionalidad, tanto política como identitaria (mediante el derrumbe del sistema cis-género), y muchas otras particularidades generacionales que les permiten abrirse espacio a pensar otros mundos más allá de los que la narrativa capitalista, su configuración perceptual, y su complicidad con la institucionalidad nos lo permiten/limitan.





Conclusión


El desafío de una pedagogía comunizadora es inmenso, porque implica construir herramientas colectivas para la construcción de comunidades en espacios de enseñanza-aprendizaje que, más que estar en un aula, implican todos los procesos de socialización, y a la vez destruir todo aquello que busca manipularnos en toda dimensión de la vida. Es un desafío inmenso, a su vez, porque no existe aún un proyecto más allá de esta conceptualización presente en el ensayo (es una apuesta personal el combinar ambos conceptos en la “pedagogía comunizadora”), pero existen otros proyectos en curso, por ejemplo, la creación de un currículum pedagógico anarquista desde distintas organizaciones a lo largo del planeta.

El desafió también consiste en desmontar un imaginario transhistórico respecto de cuál es la responsabilidad docente dentro de los procesos de enseñanza-aprendizaje, ya que existe el relato masificado y mistificado de que tenemos que presentarnos como una autoridad incuestionable, cuando, en realidad, todo debiese ser cuestionable, todo debiese ser modificabile, sobre todo un quehacer pedagógico que busque estar nuevamente al servicio de las comunidades, aspirando a que puedan ser comunidades en lucha por la recpueración de nuestras sub-vidas y convertirlas en vidas plenamente propias de ser vividas

Porque tenemos claridad de que esta crisis autófaga del capital nos está devorando a nosotrxs con ella, y la pedagogía es una de las muchas trincheras de combate desde las cuales tenemos que posicionarnos.






[1] Foucault, M. (1992) Vigilar y castigar. P. 36.


[2] Parra Moreno, D., y González Lopez, J. Privatización de la educación y poder corporativo: El fenómeno en una comuna urbano-popular en Santiago de Chile. P. 417.


[3] En Comunización: materiales para la revolución social. Inteligencia común ediciones. P. 8

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